Crónicas de encierro
Entre la vida y la economía: el coronavirus nos agobia
Ernesto Sitamul
Quedar bien con todos es un reto
difícil de alcanzar. La crisis pandémica por el coronavirus exhibe posiciones
afines y en contra de las disposiciones presidenciales. Otro tanto les ocurre a
los alcaldes, cuando han tenido que tomar decisiones para prevenir el contagio
de ese virus letal, vigilando que se cumplan el distanciamiento social, el uso
de la mascarilla y evitar las concentraciones en los mercados municipales y
cantonales.
En esta emergencia, el Presidente
de la República Alejandro Giammattei navega en aguas turbulentas y encontradas,
dicotomía que algunos niegan, reclamando medidas integrales. Por un lado está el enfoque social, que
privilegia la salud de la población y, por lo tanto, es partidaria de medidas
draconianas como cerrar centros comerciales, suspender el transporte público y
el confinamiento. Por el otro, está el punto de vista economicista, que piensa
en el impacto de aquellas medidas, alegando que se está destruyendo la economía
y las fuentes de empleo. En estas circunstancias, el mandatario está en el centro
del sándwich.
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Incluso, ha habido protestas en medio
de la pandemia. La
disposición presidencial de confinamiento o encierro total para 15, 16 y17 de
mayo sorprendió a toda la población, porque el mandatario la comunicó por
televisión a las siete de la noche del 14 de mayo. Sin embargo, ¿qué
hubiese pasado si la anuncia dos días antes? La gente con capacidad económica
habría copado los supermercados, vaciándolos, y provocando concentración de
gente, al igual que cuando tomó las primeras disposiciones radicales del 16 de
abril. Además de la sorpresa no bien vista, el día que entraba en vigencia esa
disposición (viernes) era día de pago de salarios. Y, al estar cerrados los
mercados, los productores agrícolas no pudieron trasladar insumos vitales para
la alimentación, generando pérdidas considerables.
Nuevamente la comunicación pública volvió a ser problema. Aunque el Presidente anunciaba que
durante el encierro tota del país, solo podrían circular los vehículos de
transporte de alimentos e insumos esenciales, y también habría comida a
domicilio (para los que tienen capacidad de pago), y de medicamentos. Aunque
los productos agrícolas (verduras y frutas) son parte de la alimentación,
agentes de la Policía Nacional Civil (PNC), lo impidieron, generando malestar
de pilotos de camiones y dueños del producto. En protesta, los productores de Totonicapán
y Sololá cerraron la carretera Interamericana, a la altura de Los Encuentros, para
exigir trato igualitario. La inconformidad se trasladó a varios
municipios del occidente guatemalteco, donde dirigentes comunitarios decidieron
impedir el ingreso de los camiones de las empresas de gran escala que comercializan
productos esenciales a las tiendas de barrio. El asunto se arregló ese mismo
fin de semana, dando la orientación adecuada a la PNC.
Por falta de alimentos y de ingresos económicos
también hubo protestas en Villa Nueva. Según Prensa Libre, vecinos de unas 10 colonias reclamaron
por el cierre total del país. La protesta afectó el acceso al Hospital de
Especialidades de ese municipio, a donde son llevados pacientes de coronavirus,
impidiendo el paso de vehículos y ambulancias. Los manifestantes
indicaron a la prensa “que no hemos recibido ninguna ayuda del gobierno, ni la
caja de alimentos que anuncia el gobierno”.
Frente al creciente número de contagios, el gobierno
estudia el posible cierre del país durante 15 días. El temor general que se
percibe es que termine de colapsar el sistema de salud, lo cual tendría efectos
contraproducentes en el tratamiento a los contagiados, especialmente casos
críticos, agudizados por otras enfermedades que hacen al paciente más
vulnerable. Es obvio que tendrá consecuencias en la economía y el empleo. Como
siempre, los más afectados serán los que desde antes de la pandemia viven en
condiciones de pobreza y pobreza extrema.
No se puede quedar bien con todos. Haga lo que
haga el mandatario estará expuesto posiciones a favor y en contra.
Frente al dilema de conservar la economía o la salud de la población, yo me
inclino por el enfoque social; las pérdidas económicas se pueden recuperar, la
vida no. La emergencia es compleja. Si se produce el cierre total por 15 días, el gobierno
debería garantizar alimentos básicos a los más pobres, pero con la falta de
estadísticas confiables, eso parece muy difícil.
Antigua Guatemala, 25 de mayo de
2020.
Imágenes tomada de Google.