violencia política contra las mujeres

“Que se vaya a hacer tortillas”

Ernesto Sitamul

La violencia contra las mujeres se produce en distintos ámbitos, entre ellos, la familia, el trabajo, la universidad, y en instituciones como los partidos políticos, y eventos como las elecciones generales, que tienen lugar en Guatemala cada cuatro años. Esta forma de violencia política ha pasado de lo territorial al plano de las redes sociales, con expresiones de descalificación y descrédito, en perjuicio de la dignidad de las mujeres y de sus legítimos derechos de participación. 

Este año, con motivo del Día Internacional para la eliminación de la violencia contra la mujer (25 de noviembre), un grupo de organizaciones de mujeres realizó una manifestación frente al Tribunal Supremo Electoral (TSE), solicitando que éste garantice la libertad y el derecho de las mujeres a participar en las elecciones. Habiendo dos mujeres magistradas en este tribunal, uno espera que haya suficiente receptividad a este planteamiento, y en consecuencia preparar el ambiente electoral de 2023, en condiciones de inclusión, tolerancia, paz y cumplimiento de las normas electorales. Recordemos que el TSE es el árbitro o ente rector de los comicios, y, por lo tanto, tiene que aplicar las normas electorales a todos los actores involucrados.

El llamado de atención de las mujeres, evoca algo que se ha hecho en algunas oportunidades, como es la suscripción de un pacto de no agresión entre los partidos políticos contendientes. En las elecciones anteriores (2019), nueve de los 27 partidos inscritos no firmaron ese pacto. Entre éstos, se incluían la Unidad Nacional de la Esperanza y el Movimiento para la Liberación de los Pueblos.

Para los comicios de 2023, el TSE debe proponer y crear condiciones favorables para que los representantes de los partidos políticos en contienda firmen un pacto de no agresión. Punto relevante de ese pacto debe ser la prevención de distintas formas de violencia contra las mujeres. Mi sugerencia es que antes de que llegue ese momento, el TSE realice una amplia campaña educativa, para prevenir acciones que atenten contra los derechos y la dignidad de las féminas. Complementariamente, la autoridad electoral también debe coordinar con el Ministerio Público información y mecanismos de denuncia sobre esta materia, para que los casos que se presenten en la campaña no queden impunes.

La valentía de participar en la política 

Las formas de violencia contra las mujeres se expresan desde lo interno de las organizaciones políticas, pasando por los comicios, hasta llegar al ejercicio del poder. El bajo número de mujeres que acceden a cargos de elección popular, es consecuencia de las condiciones adversas, económicas, sociales, culturales y políticas reinantes. La brecha de desigualdad con respecto a los hombres es abismal.

En una publicación de Onumujeres, varias féminas dan testimonio de su experiencia en la política, en distintos países de América Latina. Una de ellas es Thelma Cabrera, la candidata presidencial del partido Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP), en los comicios de 2019. Se sintió discriminada en algunas entrevistas en medios de comunicación, respecto de otros candidatos, y en espacios públicos, indica, le decían “que se vaya a hacer tortillas, no tiene capacidad de gobernar el país”. Cabrera ocupó el cuarto lugar en esas elecciones.

Una diputada salvadoreña cuenta que hirieron su dignidad cuando algunas personas expresaron “con quien se acostó para llegar”, refiriéndose al cargo ganado, para el cual ella tenía méritos y capacidad.

Una diputada federal de Brasil expresa un mensaje potente, cuando transforma el miedo, causado por la violencia. Expresa: ¿Yo tengo miedo? Sí, tengo. Pero también pienso que hemos perdido tanto. Entonces de alguna manera, contradictoriamente, ese mismo dolor, es también muy potente, nos da mucha fuerza para seguir adelante, por Marielle[1], y por las que son derrumbadas; por tantas madres que tienen hijos asesinados. […]

En un concejo municipal de Bolivia, una concejala cuenta cómo se inició la violencia en su contra. Todo estaba bien, expresa, hasta que “empezamos (con otra concejala) nuestro trabajo de fiscalización a la gestión del municipio”.

Los casos expuestos son apenas unos ejemplos de cómo sufren las mujeres la violencia política en distintos países de América Latina, a diferentes niveles de la administración del Estado.

Lo anterior reclama la transformación de los sistemas políticos (más equidad e inclusión), el fortalecimiento de las organizaciones de mujeres y el empoderamiento respectivo para romper las barreras que históricamente han impedido el ejercicio de sus derechos y deberes políticos. Concuerdo con la columnista guatemalteca, Carolina Escobar Sarti, que sin mujeres no hay democracia. En este país, más del 51% de la población son mujeres y en el padrón de electores el 54%.

Antigua Guatemala, 6 de diciembre de 2021. Imagen tomada de google.


[1] Ella fue asesinada cuando se desempeñaba como diputada.