Retos de la ciudadanía en elecciones 2023

Empadronarse, informarse y organizarse

Ernesto Sitamul

El ejercicio del voto en Guatemala es un derecho político, a la vez, un acto voluntario. Elegir y ser electo son derechos políticos fundamentales en la democracia, y para que tengan vida colectiva, hay que ejercerlos. Pero resulta que cuando el derecho de elegir, por medio del voto, es un acto voluntario, se pone en duda el deber ciudadano. En el Artículo 12 de la Ley Electoral y de Partidos Políticos se establece que el voto es un derecho y un deber cívico, inherente a la ciudadanía.

Luego el Artículo 13 se refiere a que los ciudadanos gozan de absoluta libertad para emitir su voto, y que no se le puede obligar a cumplir ese deber cívico. Entonces, el acto de votar está asociado con la voluntad individual y con la libertad del ciudadano: si quiere vota, porque, finalmente, el ejercicio del voto no es obligatorio. Por otro lado, está el deber cívico, el de contribuir a fortalecer la democracia, por medio de la participación ciudadana, que, igualmente es un derecho.

Estas reflexiones vienen al escenario que se avecina. Las elecciones generales de 2023, en la que las y los ciudadanos empadronados elegirán presidente, vicepresidente, diputados al Congreso de la República, al Parlamento Centroamericano y a los gobiernos municipales, en medio de una profunda y aguda crisis social y política, debido a la cooptación de los organismos del Estado y de sus instituciones, por un conjunto de actores políticos, económicos y militares, incluyendo grupos mafiosos y criminales.

Esta situación debe ser suficiente razón para que la ciudadanía reaccione y enfrente unos retos históricos, con el objetivo de rescatar la democracia, y reorientar el rumbo democrático del país, por la vía electoral. La ciudadanía en general y los jóvenes en particular están llamados a ser protagonistas, para forjar su propio destino. Las generaciones que hoy rondan los 20 y 30 años no saben lo que es vivir bajo gobiernos represivos y dictatoriales.

En primer gran reto de la ciudadanía es abandonar su comodidad y conformismo frente a las amenazas que se ciernen sobre la democracia. Las elecciones generales del próximo año, aunque algunos no lo crean, pueden ser determinantes para el futuro del país. Significa hacer consciente de la realidad actual.

Si la ciudadanía acciona de manera propositiva, entonces tendremos un segundo reto que es participar e involucrarse en organizaciones de sociedad civil, para respaldar las demandas ciudadanas hacia los candidatos a distintos cargos de elección popular. Asimismo, con suficiente fuerza social se puede demandar del Tribunal Supremo Electoral la aplicación correcta de la Ley Electoral y de Partidos Políticos, para evitar excepciones a favor de los candidatos oficialistas y de sus partidos satélites. También hay que exigir al TSE que fije públicamente su posición en torno a que los diputados tránsfugas no serán inscritos, si pretenden hacerlo con un partido distinto por lo que fueron electos en el año 2019. Otra demanda es que la autoridad electoral haga que todos los partidos compitan o no en las próximas elecciones suscriban un pacto ético y de no agresión, incluyendo el buen uso que hagan de las redes sociales, identificando las cuentas oficiales de cada partido, así como el responsable de su administración. El objetivo es evitar la propagación de noticias falsas y desinformación, que puede afectar no solo a los candidatos y partidos, sino también el Tribunal Supremo Electoral.  

Son previsibles acciones de judicialización en el proceso de inscripción de candidatos, y, eventualmente, podrían alcanzar el resultado de la elección presidencial y de diputados. Tales acciones, seguramente, no provendrán de actores políticos directamente involucrados, sino de individuos y personas jurídicas con intereses creados y vinculados con lo que se conoce como el #PactoDeCorruptos.

Retos con relación al voto

En este punto hay serios problemas, en los que el TSE debe redoblar esfuerzos para superarlos. Entre ellos figuran el hecho de que hay más de dos millones de jóvenes que no están empadronados. Esa fuerza social es importante que participe en los comicios por su peso poblacional y en el padrón electoral. Entonces, es un reto no únicamente para la autoridad electoral, sino para la ciudadanía y sus organizaciones.

Después, hay retos esenciales para los electores, como (i) buscar información de fuentes confiables sobre antecedentes y hoja de vida de los candidatos, (ii) conocer propuestas de trabajo, (iii) analizar cuan realistas y razonables son las ofertas de los candidatos, (iv) ser crítico con toda la información que reciba de personas interesadas por determinado candidato y por lo que se publica en las redes sociales. Al final de cuentas, esta conducta ciudadana permitirá emitir un voto crítico e informado.

Como ciudadanía debemos salir de lo que Barrios Carrillo denomina “depresión general severa”, porque no hacer el esfuerzo de participación informada en el próximo proceso electoral puede conducir a que se consoliden las fuerzas antidemocráticas, y como consecuencia caer al abismo de una dictadura.

La indiferencia juvenil a la política tiene que ver con cierta forma de rechazo a la vieja política, caracterizado por los trinquetes, la corrupción, los arreglos bajo la mesa, lo que ha llevado al creciente desprestigio de los dirigentes políticos y autoridades electas. También hay gente que opina que existen secuelas del conflicto armado interno, por lo cual no se involucra en asuntos políticos de la administración del Estado o del municipio.

Soy creyente de la fuerza y el poder de una juventud crítica e informada. Creo en liderazgos juveniles con experiencia vital en las comunidades que sufren en extremo la desigualdad y la pobreza. Creo en los liderazgos de las ciudades, forjados en las universidades. Las y los jóvenes tienen la capacidad intelectual y numérica para trascender en las cruciales elecciones de 2023. Imagen tomada de Google.

Antigua Guatemala, 31 de agosto de 2022.