Heredero y
constructor de la primavera
Ernesto Sitamul
El período de 1944 a 1954 es conocido como la primavera democrática en la historia política de Guatemala, una era que sucedió a la revolución que terminó con la dictadura de los 14 años. Hubo durante aquel decenio, dos gobiernos que dejaron marca en la conciencia colectiva y el desarrollo de la sociedad, trascendiendo hasta el presente, casi 70 años después.
Tras las elecciones del pasado domingo 20 de agosto, se habla de una nueva primavera democrática, dado el deterioro y cooptación de las instituciones públicas, por grupos de poder que se aprovechan de los fondos públicos, y que pretendían consolidar un sistema autoritario, al estilo de una dictadura corporativa.
El triunfo del candidato presidencial del Movimiento Semilla, Bernardo Arévalo de León, rompió el esquema diseñado por el status quo. No era el candidato que esperaban en segunda vuelta, ni un candidato cómo para el poder vigente. Los radares de ese sistema dominante “no lo vieron venir” en la primera vuelta, y se coló para disputar la presidencia. En la segunda elección presidencial, Arévalo de León derrotó toda la maquinaria que apoyó a la candidata de la UNE, apoyo que no fue poca cosa, porque hasta el oficialismo se sumó al operativo corrupto, para evitar algo que ya predecían las encuestas separadas de Prensa Libre y de la Fundación Libertad y Desarrollo.
Guatemala se pintó de amarillo
el 20 de agosto.
Los triunfos en 17 de los 22
departamentos de Guatemala convierten a Arévalo de León en el gran conductor de
la nueva primavera democrática, con derechos históricos adquiridos, porque ya
era heredero de la primera primavera, siendo hijo del humanista Juan José
Arévalo Bermejo, quien gobernó el país de 1945 a 1951.
Durante la jornada electoral
del domingo, miles de personas vimos por televisión y redes sociales, a doña
Margarita de León de Arévalo -de 96 años- ejerciendo su derecho al voto.
Extraordinario. Ella vivió desde el palacio de gobierno la primavera
democrática, con su esposo, el presidente Juan José Arévalo Bermejo. Ahora
tiene la dicha de ver a su hijo, Bernardo, accediendo a la primera magistratura
de la nación, en lo que constituye la segunda primavera democrática.
En solo 55 días -26 de junio
al 20 de agosto, día de la segunda elección presidencial- ha cambiado la vida
de aquel candidato que no aparecía en las encuestas, que no se anunciaba en los
grandes medios, ni contaba con tantas vallas publicitarias en las carreteras
país.
Con una estrategia inteligente
en redes sociales, el presidenciable logró conectar con la juventud y despertar
ilusiones por un futuro mejor. Sin dar regalos en especie o en dinero, para
ganar votos, se ganó la confianza de la ciudadanía.
En mi vida había visto tanto
desborde popular, una verdadera fiesta cívica. Fue tan distinto conocer el
resultado. Concentraciones en el Obelisco, la plaza de la constitución, la sede
del Movimiento Semilla y en las cabeceras departamentales, celebrando el
triunfo de César Bernardo Arévalo de León. En la algarabía era notoria la
agitación de banderas con los colores de la bandera de Guatemala. Juegos de
luces iluminando el firmamento, tambores y pitos, vivas por Guatemala y
cantando el himno nacional. Entre las multitudes era notoria la bandera de
Guatemala, en señal de unidad nacional en la diversidad. Arévalo no era más el
hombre de partido. Se convertía en el hombre del pueblo, que, por voluntad soberana
de ese mismo pueblo ejerce la representación nacional, como lo señala la Constitución
Política de la República.
El triunfo de Arévalo de León es
histórico. Primero, por ser el hijo de un presidente, hecho singular que nunca
había ocurrido. Segundo, su triunfo es el triunfo del pueblo. Es el triunfo de
la esperanza de que otra Guatemala es posible. Así, Arévalo de León emerge como
heredero de la revolución octubrina de 1944, que dio lugar a la primavera
democrática, y ahora se convierte en protagonista y conductor de la segunda
primavera democrática.
El presidente electo honrará
la memoria de su padre, cuando declara en Prensa Libre: “Quiero ser recordado
como quien respetó el legado de su padre”.
Cierro mi texto con las
palabras de Gustavo Marroquín, que publicó en su cuenta de X:
“Nuestros abuelos vivieron la primavera y nosotros su regreso”.
Imagen tomada de Google.
Jocotenango, 23 de agosto de 2023.