De patriotismo, autoritarismo y democracia.

La nueva independencia es de la pobreza y la corrupción

Este 15 de septiembre se han cumplido 203 años de la independencia política de España, ocurrida en el año 1821. Se terminó la dependencia política directa del reino español, y comenzó a construirse una nueva relación hacia otros españoles, los peninsulares y los criollos, quienes fueron realmente los que condujeron esta gesta histórica.

Las fiestas de independencia patria se nutren especialmente de actores infantiles y juveniles en los desfiles y bandas, hasta en los pueblos más apartados de la capital. Las antorchas de grupos civiles iluminan carreteras y caminos, festejando el acontecimiento de hace más de dos siglos, pero cuyos beneficios no alcanzan a todos por igual.
Esta fecha pone de relieve palabras como patriotismo, que la DRAE define en los siguientes términos: Sentimiento fervoroso de pertenencia a una nación y de identificación con su realidad y con su historia. 


Los políticos y los que detentan el poder nacional y local lanzan encendidos discursos de exaltación a la patria. Igual lo hacen los diputados y las autoridades del sistema judicial, así como de otras instituciones. Pero esas declaraciones riñen con la dramática realidad viviente. Son discursos vacíos de contenido y coherencia, porque si aman a la patria, no harían lo que han venido haciendo en contra de los intereses de la mayoría pueblo.

Es cierto que las injusticias y la corrupción datan de siglos atrás, no son novedosas ni exclusivas de nuestro país, pero no por ello debemos aceptarlas con un determinismo fatal, y normalizarlas como parte de nuestra cultura. Sin embargo, el pueblo, el soberano, también ha tenido sus pecadillos cuando es indolente a la realidad circundante, cuando adopta conductas egoístas y apáticas, favoreciendo con esa conducta el sistema dominante.

En el presente siglo -XXI- se han agudizado los males que atentan contra la dignidad humana, resumido en grandes diferencias alrededor de la Guatemala profunda, la mayoritaria, y la Guatemala, que lo tiene todo, gracias a la concentración del ingreso, y la creencia que el sistema le vende a la ciudadanía de que el mercado es infalible y generoso, con el famoso derrame económico.

Esa concentración se ha hecho más evidente en los últimos 15 años, con malévolas estrategias y mecanismos de cooptación de las instituciones públicas, alimentadas por la corrupción y la impunidad.

Todavía más riesgoso resulta la incursión del crimen organizado en el llamado sistema de partidos políticos, cuyos actores prácticamente son cooptados desde el proceso de formación. Tal como lo señaló la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala -CICIG-, eso se logra mediante el financiamiento privado, tanto en el trámite de constitución del partido, como en las millonarias campañas electorales.

Guatemala llega a los 203 años de independencia, arrastrando una aguda y prolongada crisis política, que se acentuó em el año 2023, cuando se desató una barbarie llamada judicialización de la política, que puso en peligro no solo la institucionalidad electoral, sino la democracia misma, cuando el pacto de corruptos, quiso impedir la toma de posesión del presidente electo Bernardo Arévalo.

Después de más de 200 años, Guatemala no es realmente una nación libre e independiente. Ahora debemos luchar por conseguir una nueva independencia. Debemos liberarnos de la corrupción y la impunidad, que afectan el desempeño de la democracia, lo que se traduce en pobreza, pobreza extrema y desnutrición.

 Hoy, el alineamiento -o cooptación- de diputados, jueces, magistrados, Ministerio Público, fiscales y Corte de Constitucionalidad, hace perder el balance de poderes, propio de un sistema democrático, así como la independencia judicial. A esto se suman diversas crisis sectoriales, para sembrar desconfianza en la democracia y poner en cabeza al poder Ejecutivo.

Es indignante que en pleno siglo XXI, haya 56% de guatemaltecos viviendo en la pobreza, según la encuesta ENCOVI 2023. Es indignante, porque el país tiene grandes recursos para explotar, pero los corruptos se llevan una gran tajada de esos ingresos.

Si en las elecciones de 2023, hubiese ganado la presidencia de la República uno de los candidatos y candidatas del pacto corrupto, hoy estaríamos en una situación todavía más peligrosa, porque se habría consolidado el sistema autoritario. Y eso nos llevaría a la dictadura, teniendo como espejos Venezuela, Nicaragua, o las primeras señales en El Salvador y ciertos atisbos en Honduras.

Guatemala merece un mejor destino ¿Qué nos falta para lograrlo? Imagen tomada de redes sociales.

San Pedro Necta, 16 de septiembre de 2024.