Políticos, privilegios inmerecidos, y nuevos ricos emergentes

Si los alcaldes lo hacen, nosotros ¿por qué no?

Estamos en la época de regalos, convivios, aguinaldos, bonos sindicales, saludos por doquier, mensajes de buenos augurios. Por esto y más, algunas personas le llaman a diciembre, el más más lindo del año.

Posiblemente esta percepción sea más acusada en aquellos que reciben un “doble sueldo” en diciembre, es decir, la retribución mensual, más el aguinaldo. Y en el caso de algunos sindicalistas estatales hasta tienen el privilegio de un “bono” de temporada, gracias a pactos colectivos lesivos y onerosos al erario público.

En fin, el jolgorio y la compradera se apodera de muchos, aunque después de la resaca de estas fiestas, habrá quienes se “truenen los dedos” ante la avalancha de compromisos ineludibles en enero, por lo que se le suele llamar “el mes más largo del año”.

Pero volviendo al mes más lindo del año, los diputados se despacharon con “la cuchara grande”. No solo se incrementaron el salario mensual en casi el doble (de 29 mil quetzales a más de 51 mil), sino que se recetaron un privilegio inmerecido como es la indemnización, cual trabajadores rasos, que laboran ocho horas diarias, de sol a sol, sin tiempo necesario para su refacción, o verse obligados a la ingesta de comida chatarra.

Los 87 diputados -de 160- aprobaron el jugoso, inmerecido, oneroso y abusivo privilegio, con el argumento de una supuesta “injusticia social”, que les afectaba por ser “padres de la patria”, dignatarios" de la nación. Compararon su sueldo con el de los magistrados judiciales, cuyos salarios, dijeron, rebasan los 50 mil pericos mensuales.

Ese ingrato decreto fue aprobado en nocturnidad, en la madrugada, cuando la ciudadanía dormía. Previo, es obvio que hubo arreglos entre algunas bancadas y diputados, en rincones ocultos del palacio legislativo.

La comparación de los diputados con los magistrados, por el tema salarios, en todo caso, es más cercana con los alcaldes, por ser ambos militantes partidistas y electos directamente por el pueblo, para tiempo determinado.

Algunos de ellos, si no la mayoría, de alcaldes se ha auto recetado incrementos y privilegios inmerecidos en salarios, dietas por sesiones ordinarias y extraordinarias, muchas de ellas, para solo aprobar acta o celebrar un acto cívico. Vergonzoso.

Además, los 340 jefes ediles disponen para su uso personal gastos de representación y beneficios de vehículo, gasolina, celulares de alta gama y, hasta pago de guardaespaldas.

Entonces, si los alcaldes lo hacen, ¿nosotros, por qué no? se dijeron los pobrecitos diputados, ya agotados por una sesión kilométrica. La comparación con los alcaldes no era sensata, ni políticamente correcta. ¿Por qué? Porque los alcaldes son sus aliados en los territorios autónomos que gobiernan como “gran cacique” y con estilo autoritario.

Con los jefes ediles hay que mantener la armonía, porque ya viene el nuevo ejercicio fiscal, con un enorme pastel que ronda unos 12 MIL MILLONES de quetzales, en contratos con los alcaldes, por medio del sistema de consejos de desarrollo.

El desgaste político importa poco

Es cierto que los nuevos privilegios no fueron aprobados por una mayoría “calificada” de los 160 diputados. Lo ocurrido en aquella fría madrugada del 27 de noviembre de 2024, aumenta el desgaste político y el desprestigio del Congreso, y abarca todos los diputados. Ese es el enorme costo para que los diputados de Semilla, hayan conseguido acuerdos para aprobar el presupuesto general de ingresos de la nación, por más de 148 MIL MILLONES DE QUETZALES.

Asimismo, lograron una reforma a la Ley Contra la Delincuencia Organizada -LCDO-, para impedir que el Ministerio Público y los tribunales sigan manoseando esta norma, al aplicarla sesgadamente a los partidos políticos, porque éstos funcionan bajo un régimen legal distinto: ley de rango constitucional que, a la vez, constituye una ley de aplicación específica a las organizaciones políticas.

Se ha dicho en otras ocasiones, como en el pretendido aumento al bono político -pago a los partidos por cada voto válido en las elecciones generales- que la “democracia tiene sus costos”, pero lo del incremento salarial y la indemnización de los diputados no encuadran en ese concepto, no; más bien son productos de la desfachatez, propia de politiqueros.

Esta decisión ha sido recurrida ante la Corte de Constitucionalidad por Acción Ciudadana y el diputado José Chic, del partido VOS. En mi opinión, no aliento mucha esperanza de que esta situación sea revertida por el tribunal constitucional. Anterior a ésta, existen resoluciones favorables a magistrados judiciales, otros funcionarios electos en segundo grado, y alcaldes.

Lo triste es que todos esos privilegios no se corresponden con un desempeño probo de la función pública, ni con la realidad de los hechos. A pesar de elevados ingresos de magistrados, diputados y alcaldes, la corrupción sigue campeando, en perjuicio de los más necesitados.

¡Hasta cuando, Guatemala!

Jocotenango, 15 de diciembre de 2024. Imagen tomada Wikipedia.Pri